Pequeña
población, de no más de una centena de habitantes censados,
situada entre peñascos en la entrada del valle del río Manzano,
antiguas lagunas hoy desecadas. Sobre el caserío encontramos una
mesetilla, de suave ascenso por el lado de la población pero muy
enriscada y vertical por el lado del cementerio y del valle, y sobre ella
los restos de una construcción fortificada.
De ésta
apenas queda un fragmento de muro angulado, los restos dispersos por toda
la pequeña muela de haber tenido una barrera
y quizá un foso
natural en lo que hoy es el camino y el depósito enterrado.
Clemente
Sáenz Ruidrejo y Florentino Zamora Lucas, en Corpus
de castillos medievales de Castilla, describen las dimensiones
de la muela
y hacen mención a la presencia de grandes sillares
entre la base de mampostería
de la fábrica
de los muros, atribuyéndoles un origen romano. Así lo indicó
Taracena al señalar restos de esta época en la zona, además
de por su proximidad a Augustóbriga (Muro
de Agreda) y a la vía romana hacia Numancia.
Añaden que debió haber una torre
albarrana en el costado este de la muela, aunque no he podido constatarlo.
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